Ya desde primeras horas de la mañana estaban reunidas las primeras garzas comunes:
"Me tendré que dar prisa para llegar a tiempo a la conferencia de garzas!" pensaba la garcilla bueyera:
También la Señora Garza Imperial se puso en camino:
Al Señor Garcilla Cangrejera también le gustaría volar a la conferencia, pero está bajo arresto domiciliario:
"Yo tengo que aclarar en esta conferencia unos cuantos asuntos de suma importancia!" El Señor Garza Real vuela a la conferencia decidido a todo:
"Y yo jeje les meteré hoy un buen susto a los pobres martinetes comunes!"
"Seguramente nosotros tendremos la mayoría absoluta en todas las decisiones!", piensa aún el clan de los martinetes:
Pero a los martinetes les esperaba la broma pesada del señor Garza común, quién hizo una increíble proposición en el primer orden del día!"Muy estimados miembros de la familia de las garzas y todos estos que quisieran ser garzas (su severa mirada si dirigió a los pobres martinetes con su cuello tan cortito), yo pongo a votación, que a la familia de las garzas solamente pueden pertenecer aquellas aves quienes, como yo, tienen un cuello largo y estilizado!"
"Ui, entonces yo les mostraré a todos rápidamente que yo ...
... tengo un cuello largo y muy elegante!", decía la Señorita Garza Real:
"Y yo no veo por ninguna parte un cuello más hermoso que el mío!" El tono de voz de la Señora Garza Imperial sonaba algo engreído:
"Tierra trágame!" El joven martinete estaba muy avergonzada en su primera conferencia de garzas:
Y por mucho que su Señor Padre se esforzaba, no logró mostrarle a las otras garzas ni un trozito de cuello:
"Hombre! Yo hasta puedo encoger mi largo cuello en forma de S! Y de ver a este pobre martinete sin cuello ... hasta pena me da!"
Durante un buen rato las garzas discutían si los martinetes sin cuello podían o no seguir perteneciendo a la familia de las garzas. El Señor Garza Real opinaba en tono burlón que el nombre de "Pingüino de noche" les iba mucho mejor. Los martinetes jóvenes estallaron en llantos amargos porque ellos sí que querían ser garzas.
Al escuchar estos llantos, el Señor Garza Común se enterneció y se acordó unánimemente que los martinetes podían seguir llamándose *garzas*
Octubre 2009
Birgit Kremer