Queridos lectores!
Casi todas las escenas se desarrollaron ayer a grandes distancias como por ejemplo los avetorillos en vuelo o el joven somormujo lavanco buceando. Un martin pescador sí que pasó frente a nuestros narices, pero a una velocidad que ni tiempo dió de intentar de enfocar!
Junto con Antonio Tamayo nos alegramos de la presencia de este grupo de cuatro correlimos zarapitines en compañía de uno común. Aún luciendo parte de sus preciosos trajes nupciales los correlimos zarapitines ya habían vuelto de sus hogares de cría en el árctico y descansaron después de miles de kilómetros antes de proseguir su viaje:
Nos encaminamos hace el observatorio de la laguna grande para poder observar allí cientos de gaviotas de diferentes especies. Pero no pudo ser. No, porque nos hubiésemos tropezado en persona con la culebra que dejó su huella en el camino. No, la razón ...
... era esta mamá chorlitejo patinegro quién andaba muy inquieta por el observatorio ...
... y acercándose a pocos metros a nosotros:
Antonio inmediatamente entendió la situación de mama chorlitejo: Con seguridad intentaba llevar a sus pollos desde la playa por el camino principal a una de las lagunas del paraje, huyendo de los bañistas de la playa. La madre llamó una y otra vez, pero los pequeños no aparecieron. Sospechamos que estaban escondidos justo debajo del suelo del observatorio y lógicamente decidimos marcharnos de allí inmediatamente para que ...
... esta increíble madre coraje, a quién le faltaba un pie, pudiese proseguir su larga y peligrosa caminata con sus pequeños hacía el agua:
Poco después nos llamó Antonio para contarnos que había observado desde el coche que efectivamente había aparecido los pollitos debajo el observatorio para seguir a su madre!
Si bien fue por supuesto una vivencia inolvidable poder contemplar esta escena durante unos minutos, a la vez nos dejó tristeza saber que a esta familia no le quedaba otra que hacer esta caminata tan peligrosa para ellos porque no les queda ni un trocito de playa en verano donde quedarse tranquilamente.
Saludos cordiales
Birgit Kremer